La investigación es la base sobre la que se asienta el futuro. La Universidad de Sevilla lo tiene muy claro, tal y como se pone de manifiesto con la creación del Centro de Recursos para el Aprendizaje y la Investigación Antonio de Ulloa (CRAI). El objetivo de esta iniciativa es conjugar el concepto de biblioteca tradicional con las nuevas tecnologías e impulsar la investigación y el aprendizaje de la comunidad universitaria.
La Hispalense sigue la estela emprendida por otras universidades españolas y europeas. Situado en el campus de Reina Mercedes, el CRAI ofrece sus instalaciones a estudiantes, profesores y PAS. “La idea es integrar dos servicios que ya existían, por un lado, el de las bibliotecas de Física, Química y Biología, y por el otro, los recursos informáticos y de telecomunicaciones, esperando que, de la sinergia entre ambos, se ofrezcan productos nuevos”, defiende Alfonso Carriazo, director del CRAI.
Distribuido en cuatro plantas, el CRAI Antonio de Ulloa, llamado así por el científico y navegante sevillano del siglo XVIII, cuenta con varias salas de trabajo en grupo, cabinas individuales, servicios informáticos para préstamo, una sala de videoconferencia y tres seminarios destinados para múltiples funciones. Además, este centro innova con un laboratorio de idiomas en el que, con la ayuda de paquetes informáticos de enseñanza, los usuarios podrán llevar a cabo un aprendizaje autónomo.
Haciendo un guiño a la trayectoria de la personalidad que le da nombre, en cada planta del CRAI se ha incluido una sala que recuerda los principales méritos del aventurero sevillano: la sala Navegación, por su actividad en este campo; la sala Meridiano, por su participación en las expediciones científicas del meridiano terrestre; la sala Platino, por ser el descubridor de este elemento químico; y finalmente, la sala Observatorio, debido a su papel fundamental en la fundación del Observatorio de la Armada de Cádiz.
El CRAI cuenta con nueve aulas TIC, de las cuales cinco están pensadas para un aprendizaje activo
“A todo el que viene aquí le entran ganas de estudiar”, afirma Carriazo, quien recuerda con una sonrisa cómo el día de la apertura “las salas de trabajo en grupo ya estaban llenas”. El éxito del proyecto se debe en parte a la fusión de los fondos bibliográficos de las tres facultades: “se sabe de dónde procede cada libro, pero están ordenados por materias, con el objetivo de hacer más fácil su acceso al alumno”. El paso siguiente será ampliar las bases documentales con los fondos procedentes de las bibliotecas de Matemáticas, Informática y Farmacia, ubicadas también en el mismo campus.
La construcción del edificio se ha preocupado por la eficiencia energética, reforzando los aislamientos de los muros con la intención de reducir el consumo de energía. Este hecho evidencia que la Hispalense no ha querido pasar por alto el cuidado medioambiental. Según el director del centro, que aboga por la futura implantación de un CRAI en cada campus de la US, “este objetivo es muy importante en todas las acciones que se realizan dentro de la Universidad”. Por otro lado, llama la atención el contraste entre la oscuridad de la fachada y la luminosidad de sus salas, conseguida gracias al patio interior y a un sistema de ventanas inteligentemente diseñado.
«La investigación y la ciencia son como un jardín: si lo dejas de regar, el jardín se pierde», afirma Alfonso Carriazo
Carriazo se sirve de un símil para explicar la importancia de apoyar la labor científica: “la investigación y la ciencia son como un jardín: si lo dejas de regar, el jardín se pierde”. El CRAI Antonio de Ulloa representa una apuesta esencial para el avance de la ciencia, sin duda imprescindible para la salida de la crisis actual y para el progreso de la sociedad, además potencia la investigación en un momento en el que se encuentra en horas bajas. El director del CRAI asegura con firmeza: “la ciencia y la investigación de hoy son la tecnología del mañana”.
El CRAI, en cifras
El CRAI Antonio de Ulloa, con una superficie de 7.000 m2, cuenta con más de 800 plazas de lectura, varias áreas de reprografía y un servicio de hemeroteca. En su construcción se han invertido 8 millones de euros, cantidad financiada por los fondos Feder. Las obras del centro, cuyo diseño arquitectónico estuvo a cargo de Andrés Agudo, se prolongaron desde julio de 2011 hasta mayo de 2013. Este centro dispone de 60.000 monografías, 610 revistas impresas, 450.000 libros-e, 32.600 revistas-e, 260 bases de datos en línea y un total de 1.150 DVD y vídeos. Además de 9 aulas TIC, de las cuales 5 están pensadas para un aprendizaje activo, los usuarios pueden disponer de 70 portátiles en préstamo.