Paso a paso las universidades españolas están teniendo una mayor presencia en uno de los rankings mundiales más prestigiosos: el ranking de Shanghái (ARWU). A pesar de que ni una de ellas se encuentra entre las 100 primeras, desde el año pasado se han colado dos universidades más entre las 500 que mide dicho ranking, y una entre las 200 primeras. Esto hace que España cuente con 25 universidades entre las 500 de la clasificación que ofrece la propia universidad de Shanghái Jiao Tong, una más que el año pasado. Para tratar de evaluar la calidad de las universidades, la ARWU toma en consideración, entre otras variables, el número de alumnos o profesores con premios Nobel o medallas Fields, los artículos publicados en las revistas Nature o Science y a los investigadores altamente citados. De entre las 1.200 universidades que se valoran, se publican solamente las 500 mejores.
Estos criterios considerados objetivos son los que generalmente se toman en cuenta a la hora de elaborar los rankings con mayor influencia, aunque con algunas variaciones que dependen de cada uno de ellos. El diario The Times publica una clasificación académica, el Times Higher Education (THE), en la que se valoran criterios bibliométricos tales como la capacidad de que un graduado consiga empleo, la presencia internacional de la universidad y el número de estudiantes en relación al número de académicos.
Por el contrario, también se hacen evaluaciones de las universidades en función de criterios considerados subjetivos o no académicos. Este es el caso del ranking QS, publicado desde 2011 por el grupo Quacquarelli Symonds, una compañía dedicada a asesorar a estudiantes que quieren estudiar en el extranjero. Esta clasificación además de evaluar la investigación, la empleabilidad de los graduados y la presencia internacional de la universidad, también tiene en cuenta criterios más difíciles de medir como la calidad de las instalaciones, la responsabilidad social de la institución, las becas que se ponen a disposición de los alumnos o el equilibrio entre géneros en las aulas. Pese a recibir críticas, una muestra del prestigio de QS radica en que Dinamarca otorga una mayor puntuación para ofrecer una Greencard (permiso de residencia) al alumno que haya estudiado en una universidad que esté entre las 400 primeras de dicha clasificación.
Pese al prestigio de algunos rankings, los criterios para evaluar a las universidades son objeto de críticas
A pesar de que estos rankings están muy consolidados, los criterios que se utilizan para medir la calidad de las universidades despiertan recelos en la comunidad universitaria. Para Miguel Vázquez Liñán, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, el principal problema está en la falta de un debate por parte de la comunidad universitaria sobre el concepto de calidad que están midiendo esos rankings. «Lo preocupante es que las universidades acaben obsesionadas por perseguir un buen puesto en estos rankings en lugar de construir su propio modelo de calidad». Por esto, las universidades estarían trabajando en contra de otras formas de entender la calidad, que no deben coincidir necesariamente con los índices bibliométricos que desde estas clasificaciones se puntúan.
Para Nicolás Robinson-García, miembro del grupo de investigación Evaluación de la Ciencia y de la Comunicación Científica de la Universidad de Granada, «otro indicador bastante polémico es el de las publicaciones en Nature y Science, revistas donde apenas tienen cabida las Ciencias Sociales y las Humanas, por lo que universidades de estos ámbitos están muy penalizadas». Pese a las críticas, Robinson-García considera que estas clasificaciones, especialmente las internacionales, tienen una importancia vital: «se han convertido en poderosas herramientas de marketing del potencial investigador no sólo de universidades, sino también de países enteros. Se utilizan como excusa, por ejemplo, para reformar sistemas universitarios, aduciendo la falta de universidades de un país en las primeras posiciones y como herramientas para atraer talento, recursos».
El ranking QS tiene en cuenta otros criterios menos académicos como la calidad de las instalaciones, la responsabilidad social o la capacidad de integración de la universidad
Según Vázquez Liñán, no se puede entender que el criterio principal para valorar una universidad sea el número de publicaciones en este tipo de revistas de alto impacto. «Debe haber otros criterios. Un investigador con muchas publicaciones puede tener problemas para divulgar su materia. Y al final, lo que necesitan los alumnos es alguien que sepa divulgar esos conocimientos, que sepa traducírselos», concluye.
¿Y la Hispalense?
El año 2009 fue el primero en que la Universidad de Sevilla no apareció en el ranking de Shanghái, que mide a las 500 mejores universidades del mundo. En cambio, la Hispalense sí aparece en este ranking entre las 200 mejores universidades del mundo en materia económica y de negocios, en concreto, entre los puestos 151-200. En el ranking QS, en cambio, la Universidad de Sevilla está en la posición 551-600 de entre las 700 universidades evaluadas, obteniendo buenos resultados en los niveles de investigación y en materia de asignaturas ofertadas.