Eleonora Viezzer (Viena, 1986) es una joven con una de las trayectorias más prometedoras del departamento de física atómica, molecular y nuclear de Universidad de Sevilla. Es profesora en la Hispalense, labor que compagina con la investigación en su campo, la física nuclear. Su ferviente dedicación y el ejemplo que simboliza a ojos de las estudiantes más jóvenes la ha encaminado a colaborar junto al Consejo Social de la Universidad de Sevilla en el programa Mujeres y ciencia: STEM. Eleonora es una científica entusiasta y comprometida con la búsqueda de lo que ella misma denomina como «el santo grial» de las fuentes de energía alternativas, que ella espera encontrar en la fusión nuclear. Acostumbrada a cambiar su lugar de residencia, fueron, primero la beca Juan de la Cierva y posteriormente la beca Marie Curie, las que le brindaron en 2016 la oportunidad de trasladarse a la capital andaluza. Aunque estas no son las únicas distinciones en su todavía corta carrera científica. Recientemente ha obtenido el premio Manuel Losada Villasante en la modalidad de Investigación Científica.
Otro de sus recientes logros –fruto de un incansable trabajo– ha sido la obtención de una de las prestigiosas becas Starting Grants del Consejo Europeo de Investigación, dotada con 1,5 millones de euros. Gracias a ella, está al frente de un equipo que desarrolla una investigación para tratar de «comprender el transporte de las partículas energéticas del viento solar, provenientes de las erupciones solares, dentro de un plasma». También participa en un programa para el diseño de una jaula magnética donde encerrar el plasma. «Como está tan caliente, no podemos tenerlo dentro de una vasija para que toque la pared. Lo que creamos es un campo magnético donde encerramos el plasma dentro de la jaula para así luego hacer los diagnósticos y ver lo que está ocurriendo», aclara Viezzer. Todo ello se enmarca dentro del ambicioso objetivo internacional de desarrollar, de aquí a un par de décadas, los primeros reactores de fusión nuclear, aportando una fuente de energía limpia e inagotable que pondría fin al problema energético global. Se trata, en definitiva, de emular la creación de energía que emanan las estrellas. Pero, para Eleonora, la clave de su felicidad y de su éxito reside en «haber encontrado en la física la pasión que me anima a levantarte por las mañanas».
«Nunca me planteé pasarme al mundo de la empresa, siempre he preferido seguir investigando sin presiones»
Eleonora Viezzer, profesora del departamento de Física atómica de la US
El descubrimiento de su vocación por la física llegó de manera casual. En su último año de instituto, decidió –recomendada por su profesora– acudir a un curso organizado por la Facultad de Innsbruk, en Austria, con el objetivo de enseñar a los participantes cómo funcionaban los entramados de la física. Eleonora conoce de primera mano la importancia de acercar los espacios y proyectos científicos a los estudiantes para que se dé la posibilidad de despertar esa curiosidad que ha logrado llevarla hasta donde ahora se encuentra. Por ello, hace hincapié en la gran necesidad de enseñar en institutos y colegios «en qué consiste la ciencia, bien sean las matemáticas, la ingeniería o la física». Reconoce también la importancia de organizar cursos de orientación y jornadas de puertas abiertas en las facultades, puesto que dichos eventos serían una muy buena una oportunidad de «captar nuevos talentos».
Sobre la brecha que se abre entre un reducido porcentaje de chicas que se matriculan en titulaciones científicas como las ingenierías, la arquitectura o las matemáticas, frente a la mayoría masculina (tan sólo una de cada cuatro estudiantes es mujer, según el último informe Científicas en Cifras del Ministerio de Ciencia e Innovación), se muestra optimista: «esa tendencia tenemos que cambiarla pensando en el futuro y concienciando a los pequeños y pequeñas en las aulas. He estado últimamente en colegios y es increíble ver cuántas ganas e interés tienen de aprender sobre estos temas, tanto chicos como chicas indistintamente». Una diferencia notable respecto a sus años de estudios universitarios en Múnich, en los que recuerda «ser la única mujer del grupo en varias asignaturas».
Tras finalizar la carrera de Física se doctoró en el Instituto Max Planck de Física de Plasma. Fue en esos años de doctorado cuando comenzó a compaginar la enseñanza y la investigación como dos pilares indispensables en su vida profesional. Descubrió un placer hasta el momento oculto en la docencia, gracias a que comenzó a impartir clases prácticas y también tuvo la oportunidad de orientar investigaciones de Trabajos Fin de Grado y Trabajos Fin de Máster de algunos estudiantes.
Ninguno de los logros profesionales que le han llevado a estar en la situación en la que se encuentra hoy han sido fortuitos. Son consecuencia de su determinación y de «dedicarle muchas horas de trabajo duro y perseverancia». Sólo así encontró su camino dentro de la investigación científica. Frente a las incertidumbres que despierta el mercado laboral, y en el momento en que muchos compañeros de profesión daban el salto al sector empresarial o industrial, ella tuvo clara su elección: «nunca me planteé pasarme al mundo de la empresa, siempre he preferido seguir investigando sin presiones. Desde que tenía 22 o 23 años, no recuerdo preguntarme dónde estaría dentro de diez años. Solo sabía que estaba haciendo lo que me gustaba y que quería continuar así».
Cuando Eleonora Viezzer recibió la beca Juan de la Cierva en 2016 supo que su estancia en Sevilla no sería pasajera
Echando un vistazo a su currículum, se puede comprobar que ha podido formarse y ejercer como científica en diferentes lugares, algo que hoy en día le permite apreciar las diferencias de las expectativas y salidas profesionales en países tan distintos como Austria, Italia y España. «Aquí [España] es mucho más duro. Hay menos inversión en ciencia e investigación». Incide en la importancia que tiene aumentar la inversión en I+D+i y subraya esta necesidad imperiosa por querer seguir mejorando: «actualmente lo estamos viendo con el ejemplo de las vacunas, ¿de dónde vienen? De EE.UU., Alemania, China, Rusia… esto nos dice mucho sobre lo que invierten estos países en investigación e innovación».
A pesar de las dificultades del sector, cuando Eleonora recibió la beca Juan de la Cierva en 2016 imaginó que su estancia en Sevilla no sería pasajera, ya que además, al poco tiempo supo que también era beneficiaria de la prestigiosa beca Marie Sklodowska Curie. Saber que desde 2016 y hasta 2019 estaría trabajando e investigando sobre su pasión en Sevilla, propició que ligara su proyecto de futuro a corto plazo con la capital andaluza: «Con el programa Juan de la Cierva, la Universidad de Sevilla tiene un plan de estabilización. Sabía que iba para largo, ya que también me daban la posibilidad de optar a una plaza fija de profesora, hecho que te da una gran estabilidad». Asegura no arrepentirse de ningún paso de su carrera, y sentirse «muy agradecida y afortunada» de la posición que ocupa. A pesar de haber cosechado numerosos reconocimientos a lo largo de su carrera profesional, asegura que el proyecto personal del que se siente más orgullosa es su familia, y que es una respuesta que siempre tiene clara. Para los jóvenes que están aún en esos años de incertidumbre sobre su futuro, Eleonora les aconseja «no perder nunca la curiosidad y apostar por lo que a uno le apasiona». Solo de este modo conseguiremos sacar todo el potencial a los recursos de los que dispone la ciencia: la energía de las estrellas, en el caso de Eleonora, y la creatividad y el ingenio de la mente humana.