Julio Muñoz se define como un tipo «graciosete» y «heterodoxo» que ha adoptado distintos roles como comunicador, dándole a todos ellos un sello personal en los que destaca el carácter sevillano y andaluz. Sus grandes dotes comunicativas le han llevado a triunfar en los distintos medios en los que ha trabajado y le han permitido aventurarse en otras facetas profesionales, destacando en la publicación de varias novelas.
Bajo el seudónimo de «Rancio» ha conseguido crear un personaje en redes con una enorme popularidad tanto en su Sevilla natal como en toda Andalucía. Este personaje encarna el alma de cualquier sevillano de barra de bar, poniendo en valor las costumbres, las formas y el modo de ser de la tradición sevillana, barnizadas con un toque de humor y con una perfecta armonía entre modernidad y tradición. El éxito de Rancio, que no es nadie en particular y podríamos ser todos, se debe a lo que él entiende como ser fiel a «su verdad», es decir, aprovechar sus pasiones y sus raíces como forma de explotar su creatividad.
La Cámara de los balones acaba de terminar y el estudio de Radio Sevilla se empieza a quedar vacío. Julio Muñoz se sienta frente al micro poniéndose en la piel de los entrevistadores: «recuerdo con verdadero agobio lo que era intentar quedar con periodistas o autoridades y que te dieran bola cuando estaba en la universidad». Estudiante en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, el paso del tiempo y la experiencia profesional le han hecho comprender el valor de lo que allí aprendió: «cuando estaba en clase me parecía lo peor, pero cada vez aprecio más lo aprendido. Es normal tener la sensación de que tus estudios no estén a la altura de tus propias expectativas».
«En Andalucía siempre hemos sido un pueblo muy creativo, pero por primera vez tenemos una estructura de industria acompañándonos»
Julio Muñoz (Rancio Sevillano)
Aunque no se ha parado nunca a pensarlo, la cultura popular de su tierra ha influido de forma determinante en su trayectoria profesional: «creo que tiene que ver con haber contado lo que yo entendía como mi verdad, que era precisamente mi esencia. Creo que las redes de Rancio han funcionado porque hablan de mis raíces: de Sevilla, del centro, de los bares, del folklore, de nuestras costumbres… añadiéndole una capa de humor». Julio Muñoz entiende que la gran acogida y difusión de la que ha gozado el universo de Rancio no podría haber ocurrido en otro lugar: «no hay ninguna ciudad que sea tan autorreferencial, que esté tan de moda para su gente». A su modo de ver, la propia juventud sevillana está jugando un papel determinante en este sentido, ya que «están utilizando los símbolos de la tradición de la ciudad de una manera actual. Silvio, El Pali, Lole y Manuel… sacan camisetas con sus caras y lo petan».
El éxito temprano de este personaje le resultó «muy raro al principio», pero poco a poco fue aprendiendo a encajar esta personalidad dentro de su vida diaria y profesional: «al fin y al cabo, el personaje de Rancio no deja de ser otro ejercicio de creatividad, que al final aprovecho para cualquier curro». Él mismo usa la palabra «heterodoxia» para describirse en varias ocasiones. Julio Muñoz no entiende de horarios, ni tampoco Rancio, y centra las claves de la felicidad en saber elegir correctamente. «Aunque suene a frase de sobre de azúcar, esa es la gran receta: elegir bien lo que te gusta porque le vas a dedicar más horas y te va a hacer mejor profesional. Con este pensamiento entras en un círculo virtuoso».
Julio Muñoz es una persona consciente de sus habilidades comunicativas, aunque también comprende las dificultades que entrañan los compromisos que actualmente tiene. Para encontrar el equilibrio entre ambas, combina la «humildad y la confianza», que se han convertido en pilares fundamentales de su actitud ante los retos profesionales. Pone como ejemplo el famoso programa de la Cadena SER, La Cámara de los Balones, uno de sus proyectos actuales de más renombre: «es mucha responsabilidad. La cámara es un producto radiofónico de primer orden. Trato de hacerlo desde la admiración más profunda a mis antecesores –Manu Sánchez y El Yuyu– pero sin complejos, con la confianza de decir: vamos a darle nuestro rollo y aprovechar lo que ya había».
Esa autoconsciencia que tiene como comunicador adquiere tintes reivindicativos cuando habla de Andalucía. Para Julio Muñoz, la época que estuvo trabajando en Madrid le hizo darse cuenta del talento y las oportunidades que posee su tierra natal. «Hay gente que desde Andalucía está produciendo mensajes universales en el mundo de la creación artística, como Manuel Carrasco, Pablo Alborán, Roberto Leal… Siempre hemos sido un pueblo muy creativo, pero por primera vez estamos teniendo una estructura de industria acompañándonos». Nunca ha renegado de su condición de andaluz y cree que ese «complejo» es un concepto que se mantiene, porque nos lo seguimos autoimponiendo. La solución reside en deshacerse de él cuanto antes: «creo que estamos cada vez más cotizados y nos lo merecemos».
Julio Muñoz es una persona que se caracteriza por «tener la lavadora siempre puesta», es decir, por no parar de darle vueltas a la cabeza, siempre está pensando en nuevas ideas. Sus inquietudes comunicativas lo han llevado a embarcarse en multitud de proyectos, como la radio, la comunicación institucional e incluso la televisión. Su «verdad» siempre ha estado presente en todas estas etapas. De forma simultánea, Julio Muñoz ha volcado su creatividad en la escritura y es autor de nueve novelas. La primera de ellas, titulada El asesino de la regañá, le ha planteado el apasionante reto de ser adaptada para el teatro: «Cuando escribí el libro pensé en lo que me gustaría leer. Cuando me ofrecieron adaptarlo fue un gran reto porque nunca había hecho teatro». Estas obras, protagonizadas por el pintoresco dúo del agente Jiménez y el Inspector Villanueva, se desarrollan al más puro estilo de las novelas policíacas, pero «de sevillanas maneras». El humor, la ironía y la intriga se conjugan con la parodia de personajes ilustres y lugares conocidos.
La última entrega de sus novelas, La Profecía del Malaje, se publicó el pasado mes de noviembre. «Intento siempre que mis libros sean independientes, pero la última entrega fue tan bien que continué un poco con el hilo: si en El Evangelio Según Triana Jesucristo había nacido en Triana, el mal y el demonio están encerrados en Sevilla, que es lo que cuenta mi último libro. Por eso la ciudad tiene una muralla, por eso en la Semana Santa… Jiménez y Villanueva se ven mezclados con la desaparición de la lanza del Longinos y a partir de ahí se desarrolla una historia muy divertida y caricaturesca en la que se mezclan personajes y situaciones que todos hemos vivido».
«Como exuniversitario que soy, me gustaría ceder estos dos ejemplares dedicados de La profecía del malaje, mi última novela, a la comunidad universitaria»
Julio Muñoz (Rancio Sevillano)
En cuanto a sus próximos proyectos literarios, Julio Muñoz confiesa: «mi forma de escribir es muy particular. Cuando tengo algo claro me encierro y hasta que no lo termino no paro. Sin embargo, yo voy apuntando cosas durante todo el año; así que ya estoy acumulando pequeñas historias para el siguiente. No sé si será para esta navidad o para la próxima, pero por supuesto habrá más». Para que dos alumnos de la Universidad de Sevilla puedan disfrutar de las aventuras de Jiménez y Villanueva, Julio Muñoz quiso aprovechar la ocasión para ceder «de exuniversitario a universitario estos dos ejemplares dedicados de mi última novela a la comunidad universitaria», porque no se puede ser un buen escritor si ser un buen lector.
No hace tantos años que Julio Muñoz dejó la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla y no dudó en lanzar un reto a los estudiantes de comunicación y periodismo: «Como en todas las profesiones, se aprende ejerciendo, por eso, os aconsejo que hagáis todo lo que podáis, que os metáis en todos los proyectos que podáis, aunque os dé pereza. La aventura está en meterse en todos los jardines que se crucen en tu camino».