María (nombre ficticio para proteger su identidad) es un ejemplo entre otros muchos. Llegó a ONNA Adoratrices cuando alcanzó la mayoría de edad y ya conocía las dificultades de la vida. Los informes de los trabajadores sociales reflejaban que la chica se escapaba con frecuencia del centro de menores del que procedía para ejercer la prostitución. Cuando María ganó la suficiente confianza con las trabajadoras de la asociación, les confesó que lo hacía para conseguir dinero. Si no pagaba, matarían a su madre. «Si me garantizas que a mi madre no le va a pasar nada en Nigeria, me quedo aquí. Si no, tengo que volver a prostituirme», llegó a decirle a Nuria López, psicóloga de ONNA Adoratrices en Sevilla.
Pero la psicóloga no pudo garantizar el bienestar de su madre, así que la chica volvió a formar parte de la red de prostitución. Al cabo de dos años, María contactó de nuevo con la asociación: «Ya no aguanto más, quiero salir de aquí». Fue rescatada por la policía y enviada a un centro de ayuda para mujeres víctimas de la trata en el norte de España. Mientras tanto, en ONNA Adoratrices supieron respetar el proceso interior de María, acompañándola hasta que ella estuvo preparada para reconstruir su vida.
La Congregación religiosa Adoratrices fue fundada por Santa María Micaela en 1856 con el fin de combatir la explotación, esclavitud y opresión de la mujer, poniendo el foco en las víctimas de la prostitución y la trata de personas. Con el paso de los años, este proyecto ha ido creciendo y especializando su labor social. En Sevilla, ONNA Adoratrices acoge a mujeres que están solas. En Córdoba se dirigen a embarazadas y, en Málaga, a víctimas que sufren adicciones.
«Imaginaos llegar a un sitio donde no conoces a nadie y te dicen que te van a ayudar, cuando ya has sido engañada en otras ocasiones»
Nuria López, psicóloga de ONNA Adoratrices Sevilla
Las chicas entran en contacto con la asociación por distintas vías y por diferentes causas. A través de otras entidades como Médicos del Mundo, Cruz Roja o incluso la Policía Nacional, las víctimas son rescatadas y derivadas a ONNA, que se dedica a su acogida y a promover su emancipación. En ocasiones, son las propias mujeres acogidas las que ponen a la asociación en contacto con otras amigas víctimas de la trata. «Hace un tiempo contactamos de esta forma a una chica que venía de Guinea. Su amiga le dijo dónde estábamos y que la íbamos a ayudar y se presentó en la casa con sus cosas», cuenta Nuria López. En aras de preservar su seguridad, muchas son derivadas por la congregación a otras ciudades de España para evitar que puedan ser encontradas por la red de trata que las explota.
Dámaris, el principal proyecto desarrollado por ONNA, consiste en una casa que acoge a hasta 12 personas. «Llegan a la casa, tienen su habitación y su baño propio y así les ofrecemos un espacio de intimidad; porque, lo primero –sostiene Nuria López– es que descansen, coman bien y tengan cubiertas las necesidades básicas. Además, hay que tener en cuenta que la situación de cada víctima es muy diferente, por eso intentamos ofrecerles un trato personalizado». Las mujeres están acompañadas las 24 horas del día por tres monjas, que las cuidan y les hacen compañía. El proyecto cuenta también con la colaboración de dos educadoras, una trabajadora social, una psicóloga y personal de cocina, limpieza, administración y mantenimiento.
Una parte fundamental de esta atención es de carácter psicológico, y se lleva a cabo a través de terapias individuales y de grupo. El primer paso reside en ganarse la confianza de las víctimas a través del contacto diario y estrecho, creando un vínculo y un espacio en el que se sientan cómodas para que puedan contar lo que han vivido. «Imaginaos llegar a un sitio donde no conoces a nadie y te dicen que te van a ayudar, cuando ya has sido engañada en otras ocasiones», recalca la psicólogo de ONNA. El daño psicológico de revivir experiencias traumáticas viene acompañado por las amenazas que reciben desde la red de trata. La dificultad de vivir día a día con esa presión hace esencial respetar los ritmos de adaptación de cada una de las mujeres.
La adaptación también pasa por ofrecer formación a las chicas con la vista puesta en su futuro laboral. En la medida de lo posible, la asociación intenta que los cursos se realicen fuera de la casa en la que pernoctan para que puedan relacionarse con otras personas y vayan consiguiendo una rutina autónoma. También se busca que la preparación gire en torno a los intereses de las víctimas, y por eso ofrecen cursos de cocina, camarera o peluquería y maquillaje; además, reciben nociones básicas de español para que puedan ir familiarizándose con el idioma. «Es muy importante que emprendan proyectos de éxito, por ello intentamos que hagan prácticas en empresas reales», afirma Nuria López.
ONNA Adoratrices ofrece charlas en colegios para recordar que «hay situaciones de trata que están sucediendo hoy aquí en Sevilla»
Nuria López, psicóloga de ONNA Adoratrices Sevilla
Cuando las mujeres consiguen cierta estabilidad en sus vidas y en el plano laboral, pasan a vivir de manera independiente en un piso autónomo. Se trata del proyecto Betuel, un apartamento con cuatro plazas en el que las víctimas siguen contando con el apoyo y supervisión de la asociación. La salida de este piso no supone el final de su relación con los miembros y trabajadores de ONNA Adoratrices, a los que ya sienten parte de su familia.
La entidad también ofrece apoyo a otras mujeres víctimas de la trata que viven fuera de la casa de acogida. A esta actividad se la conoce como Centro Escucha, un proyecto que les ofrece orientación laboral, atención psicológica y, a veces, ayuda administrativa. La pandemia de la Covid-19 ha propiciado que mujeres que participaron hace años en este proyecto vuelvan a contactar con la asociación al encontrarse de nuevo en una situación de vulnerabilidad, solas y sin el apoyo de nadie. «Las madres nos llamaban para pedirnos ayuda con los deberes online, para darles de comer a sus hijos», confiesa Nuria López.
Otra faceta imprescindible del trabajo de la ONNA Adoratrices es visibilizar y dar conocer la experiencia diaria de las víctimas a través del Proyecto Mírame. La asociación ofrece charlas en colegios para recordar que «hay situaciones de trata que están sucediendo hoy aquí en Sevilla».Los miembros de ONNA también las acompañan cuando dan el paso de denunciar a sus agresores. Ana Fernández Trenado, trabajadora social en la asociación, asegura que las víctimas suelen tener miedo a acudir a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, hecho que posteriormente dificulta la regularización de su situación administrativa. Además, al no ser considerada la trata de seres humanos una forma de violencia de género, las mujeres que la han sufrido tienen dificultades para acceder a diferentes prestaciones.
Para llevar a cabo los cuatros proyectos y «mantener a flote» la entidad, ONNA Adoratrices cuenta con varias vías de financiación. No obstante, las ayudas públicas son su principal sustento. «Cuanta más financiación, más capacidades tendremos para atender las necesidades de las chicas», remarca Nuria López. Hasta que llegó la pandemia de la Covid-19, la asociación organizaba diferentes eventos para visibilizar su cometido y conocer a personas dispuestas a contribuir económicamente con su causa. Entre sus principales actuaciones estaban la puesta en marcha de mercadillos navideños y carreras solidarias.
La ayuda económica que el Consejo Social de la Universidad de Sevilla concedió a ONNA Adoratrices, dentro del Programa Compromiso Social, ha permitido que las mujeres que llegan a la casa de Sevilla dispongan de un pack de acogida inicial, que incluye cepillo de dientes, cremas, gel y champú. Pero aún queda mucho camino por recorrer porque en la actualidad se enfrentan con situaciones que no pueden afrontar económicamente por la falta de recursos: «Si necesitan gafas, hay que pagarles un oculista y esa necesidad se escapa a nuestras posibilidades. Por ejemplo, ahora tenemos a una chica que nos ha presentado un presupuesto del dentista de mil euros y no sabemos de dónde vamos a conseguir esos fondos, pero intentaremos pagarlo». La psicóloga Nuria López asegura que la asociación ONNA Adoratrices trabaja para adaptarse a las nuevas situaciones y por eso denuncia la existencia de otras formas de trata, como «los matrimonios forzosos, el trabajo doméstico o la captación de mujeres para cometer delitos». Nuestro lema es «ir afrontando siempre el día a día y ver cómo nos podemos ir adaptando a las diferentes realidades», sentencia.