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La catedrática Laura Roa es responsable del Grupo de Ingeniería Biomédica de la Hispalense

La catedrática de la Universidad de Sevilla Laura Roa es una de las personalidades más destacadas e influyentes en el ámbito científico-tecnológico de la e-Salud, no sólo en Andalucía y España sino también en el extranjero. Doctorada en Ciencias Físicas, esta profesora de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de la Hispalense es también responsable y fundadora del Grupo de Ingeniería Biomédica (GIB), el cual forma parte, desde 2007, del Centro de Investigación Biomédica en Red en Bioingeniería, Biomateriales y Nanomedicina (CIBER-BBN). «Si nuestro país no se sube al tren de la revolución tecnológica, al final nos la impondrán desde fuera», advierte Laura Roa.

Cuando hablamos de e-Salud, se puede caer en el error de pensar que se trata de una rama de la medicina, cuando realmente este concepto se encuadra dentro de la ingeniería biomédica. Nacida a principios de este siglo, esta joven disciplina se encarga de integrar las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) en el proceso del cuidado de la salud. Es preciso, además, diferenciar este término de la telemedicina, que centra su actividad principalmente en la comunicación a distancia con el paciente y, al mismo tiempo, entre los propios profesionales, mientras que la e-Salud se encarga de garantizar un papel más activo del paciente dentro de su tratamiento por medio de la incorporación de los últimos avances científicos y tecnológicos.

«Si nuestro país no se sube al tren de la revolución tecnológica, al final nos la impondrán desde fuera», ADVIERTE Laura Roa

El Grupo de Ingeniería Biomédica de la Universidad de Sevilla, liderado por Laura Roa, es uno de los grupos líderes de la investigación española en la e-Salud. Desde su creación,  esta asociación de médicos, físicos e ingenieros de reconocido prestigio lleva desarrollados y patentados multitud de dispositivos, como el «Sensor inteligente de Bioimpedancia» o el «Sensor inteligente de detección de caídas» (enlace al vídeo en que se explica su funcionamiento); además de otros tantos que se encuentran en fase de desarrollo a día de hoy, como la «Camiseta inteligente para la monitorización de la frecuencia cardio-respiratoria» o el «E-EPOC».

Uno de estos dispositivos ya desarrollados, el «Sensor inteligente de Bioimpedancia», sirve para medir la composición corporal. Pese a la existencia de sistemas similares en el mercado, este destaca por su facilidad de uso y, especialmente, por su fiabilidad. Por ejemplo, se podría aplicar a pacientes que sufren enfermedades renales: este sensor mediría el porcentaje de agua de su cuerpo, con el objetivo de que el médico pueda saber si el tratamiento recetado está siendo efectivo o si, en cambio, debe adecuar el proceso de diálisis del usuario. Todo este control se realizaría mientras el paciente está en su casa.

Aplicación móvil conectada con el «Sensor inteligente de detección de caídas»
Aplicación móvil conectada con el «Sensor inteligente de detección de caídas»

El objetivo principal de la e-Salud es promover un tipo de medicina preventiva y proactiva, en contraposición a la medicina reactiva que predomina hoy en día, mejorando con ello la calidad y la efectividad de los cuidados de los ciudadanos. Además, estos beneficios también serán constatables en el sistema sanitario reduciendo los costes, globalizando el acceso a la sanidad a toda la población y limitando la duración de las estancias en los hospitales, por medio de la descentralización de algunos de los cuidados sanitarios. Por tanto, los avances de esta disciplina irán dirigidos, especialmente, a los ancianos y los enfermos crónicos, ya que son los colectivos que mayor atención necesitan. Del mismo modo, la e-Salud está pensada para no suponer ningún inconveniente a los pacientes a la hora de adaptarse a los nuevos dispositivos, puesto que se centra en poner las tecnologías al servicio de los usuarios, y no al revés.

Otro de los aspectos diferenciadores de los sistemas llevados a cabo por el GIB es su bajo coste, una característica indispensable teniendo en cuenta que nuestro país cuenta con un sistema sanitario público y gratuito. «En el mercado, un sensor de bioimpedancia no inteligente costaría entre 12 mil y 15 mil euros, mientras que el que nosotros fabricamos sale por una décima parte», afirma Laura Roa, quien además destaca la necesidad de una efectiva adaptación tecnológica. «Intentamos que todos los dispositivos que desarrollamos tengan un bajo coste en relación con el beneficio que proporcionan», explica Luis Javier Reina, uno de los investigadores del Grupo de Ingeniería Biomédica.

Varios dispositivos desarrollados por el Grupo de Ingeniería Biomédica de la Universidad de Sevilla
Varios dispositivos desarrollados por el Grupo de Ingeniería Biomédica de la Universidad de Sevilla

En cuanto a la «Camiseta inteligente», esta se utiliza para monitorizar la frecuencia cardio-respiratoria, por lo que puede llegar a tener numerosas aplicaciones. De hecho, el Hospital Clínico Universitario de Valladolid ha solicitado al grupo de Laura Roa la adaptación de este dispositivo para pacientes con apnea del sueño, es decir, que sufren pausas respiratorias mientras duermen. La camiseta ya ha sido acondicionada y enviada a la capital castellanoleonesa.

Actualmente, además, el grupo está trabajando en un proyecto denominado «E-EPOC», destinado a pacientes con Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), cuya principal causa es el hábito de fumar, y que origina, en aquellos que la sufren, importantes dificultades respiratorias. Con este dispositivo, se analizan una serie de indicadores que permiten determinar cómo está evolucionando la enfermedad y si la rehabilitación está funcionando adecuadamente. Así, se controla si el paciente está cumpliendo con el tratamiento impuesto por el personal sanitario, pudiendo determinar, en caso de que la enfermedad evolucione negativamente, si el problema está en el tratamiento o en la actitud del paciente. Para ello, incluso se están desarrollando una serie de algoritmos para saber si el paciente continúa fumando.

Uno de los dispositivos desarrollados, la «Camiseta inteligente», se usa ya en pacientes con apnea del sueño del Hospital Clínico Universitario de Valladolid

Estar a la cabeza de todos estos proyectos llevó a Laura Roa, en octubre de 2016, a ser galardonada con el Premio FAMA de la Universidad de Sevilla a la Trayectoria Investigadora en el área de Arquitectura e Ingeniería, reconociendo así su labor en la Ingeniería Biomédica, un campo que ahora goza de un prestigio nacional e internacional del que antes carecía. La profesora Roa, quien, según sus propias palabras, «estaba más acostumbrada a obtener reconocimiento fuera», afirma estar muy orgullosa por haber recibido esta distinción y sentirse, al fin, valorada en la que ha sido su casa durante prácticamente toda su vida. A lo largo de su trayectoria profesional, Laura Roa ha desarrollado una gran cantidad de proyectos e investigaciones en el campo de la Ingeniería Biomédica, gracias a lo cual ha impartido numerosas ponencias en congresos nacionales e internacionales. Todo esto la llevó a ocupar el cargo de presidenta de la Sociedad Española de Ingeniería Biomédica de 2005 a 2012. Asimismo, ha sido nombrada Fellow de instituciones como el American Institute for Medical and Biological Engineering (AIMBE) o el Institute of Electrical and Electronics Engineers (IEEE).

Este escaso reconocimiento se traslada a todos los aspectos de la investigación científica española, un ámbito en el que, cada año, miles de jóvenes se ven forzados a emigrar a causa de las escasas posibilidades de trabajo y los importantes obstáculos que encuentran en nuestro país. En este sentido, Laura critica la tendencia a una búsqueda de rendimiento económico a corto plazo que siempre ha caracterizado a España, donde se antepone este camino, a priori más sencillo, a las inversiones en I+D y la creación de riqueza a largo plazo. «Es frustrante ver cómo estudiantes con muchísimo talento a los que has estado formando durante años se tienen que ir a otros países, que se llevan la riqueza sin haber invertido nada en su educación», apunta la catedrática de la Hispalense, refiriéndose a que las subvenciones concedidas por el Gobierno no permiten mantener a personal investigador durante un tiempo prolongado. Además de los estudiantes, otro de los colectivos discriminados en el terreno de la ciencia en España es el de las mujeres. «La Universidad sigue siendo muy machista», sentencia la profesora Roa, quien señala que, pese a que en esta institución hombres y mujeres deben cobrar lo mismo por ley, las diferencias siguen siendo notorias en cuanto a las promociones. 

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