Compartir
A partir de COFLA, el equipo de Díaz Báñez ha desarrollado diversas herramientas, juegos y aplicaciones experimentales

La música es una disciplina artística abierta a todo tipo de innovaciones y sugerencias que pueden llegar desde las disciplinas más insospechadas. El matemático José Miguel Díaz Báñez, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universidad de Sevilla, junto con otros investigadores que ya habían trabajado en la modelización de ritmos africanos, tuvieron la idea de aplicar esa nueva técnica al flamenco en una reunión de trabajo en Madrid. Aquel instante supuso el origen de lo que hoy son más de 13 años de sacrificio en el proyecto COFLA (Computational Analysis of Flamenco Music). Este trabajo, de denominación tan sugerente, busca transcribir, mediante la tecnología y el diseño de algoritmos matemáticos, lo que percibe un aficionado al cante de forma casi intuitiva.

Al igual que hiciera años atrás con la música subsahariana, Díaz Báñez y su grupo se propusieron modelizar los ritmos y melodías flamencas y sus distintas variantes mediante su registro informático. Esta labor es especialmente ardua en el flamenco porque, aunque los palos tienen unos ritmos prefijados, cada intérprete, ya sea cantaor o guitarrista, le imprime su sello personal. Estas señas características de cada artista son analizadas y representadas gráficamente, permitiendo así su comparación entre ellas y su estudio en profundidad.

El matemático sevillano sabía que los comienzos del estudio serían complejos. Era también consciente de que el proyecto no le brindaría ascensos académicos, pero estaba convencido de que el flamenco merecía de una vez por todas ser valorado y estudiado desde el rigor científico, fuera del apasionamiento habitual. Como él mismo apunta, «fueron años difíciles, en los que se exigía constancia, convencer a los demás y creértelo tú mismo».

Los frutos del trabajo desarrollado por Díaz Báñez y su equipo (conformado por investigadores de distintas áreas) fueron saliendo a la luz de forma progresiva. COFLA ha acaparado el interés de los diferentes sectores de una sociedad que hoy en día sigue poniéndole barreras a dos mundos tan estereotipados como las matemáticas y el flamenco. Tópicos como el duende, el ángel o la inspiración (que no son exclusivos del flamenco) no hacen sino aumentar el escepticismo cuando se habla de actividades como la codificación del cante. Sin embargo, ambos universos, aparentemente tan inaccesibles para los no expertos en la materia, están en realidad mucho más unidos de lo que se suele pensar.

Durante los últimos años estas herramientas han ido diversificando sus posibles usos, dando lugar a proyectos tan interesantes como por ejemplo al prototipo de app «Coofla», una especie de Google dedicado al flamenco, además de diversos juegos y aplicaciones experimentales, como una aplicación tipo Shazam dedicado al cante, que identifique el palo e incluso el intérprete con solo acercar el terminal a la fuente de sonido. Asimismo, estos conocimientos se pueden aplicar al ámbito docente, pues en palabras del propio Díaz Báñez: «si un estudiante se da cuenta de que las matemáticas pueden servir para entender el flamenco, podría interrogarse ¿qué otros fenómenos de la vida real puede nhacerme comprender esta ciencia?». Y además añade: «no digo que este proyecto sea la panacea del mundo docente matemático, pero es una herramienta que se puede utilizar para explicarlas, e incluso resultaría muy útil como apoyo para profesores de conservatorio».

EL fin último DE COFLA es potenciar la propia industria del flamenco y preservarlo a LO largo del tiempo, según su creador

A pesar de todas estas aplicaciones, su fin último es el de potenciar la propia industria del flamenco y preservarlo a lo largo del tiempo. Artistas de la talla de Laura Vital o Rocío Márquez han visto ya en esta idea un innovador modo de perfeccionar su técnica vocal, aunque por ahora éstas son solo casos aislados. Y es que la gran mayoría del ámbito profesional de este arte no ha recibido de buena gana los avances que en su campo están floreciendo. «No hemos encontrado demasiado interés por parte de la gente de la flamencología, quizás porque ellos ven esto erróneamente como una competencia. Hay estudiosos que le tienen miedo o no aceptan la tecnología. Hay que verla como una ayuda complementaria y no como un sustituto de los métodos tradicionales de musicología», apostilla Díaz Báñez.

Ante esta tesitura, resulta indispensable hacer ver a los verdaderos protagonistas del gremio que, con las herramientas que ofrece COFLA, ellos son los principales beneficiados. Al obtener su arte mayor difusión, los seguidores y su demanda se multiplicarían, y con ellos, aumentaría el caché de los artistas y sus ingresos. El problema principal radica en que la divulgación en el mercado musical internacional y su accesibilidad son casi inexistentes. «El flamenco en España no está lo suficientemente valorado, a diferencia de lo que ocurre en el exterior. Es algo sorprendente que cuando llegan aquí grupos de extranjeros interesándose por el flamenco, no pongamos a su disposición medios informáticos para que lo conozcan más a fondo y comprendan mejor sus elementos», asevera el científico de la Hispalense. Y razona: «a un turista le pides 100 euros por ir a la Maestranza a ver flamenco y los paga; lo lógico sería abrirle las puertas del mercado a quienes se interesan por él».

COFLA-2
Díaz Báñez, en un momento de la entrevista en su despacho de la ETSI

El hecho de trabajar en grupos tan reducidos como el de COFLA implica tener que elegir entre dedicar el tiempo a la divulgación del proyecto o a intentar desarrollarlo y buscar financiación, pues las ayudas de la Junta de Andalucía y el Ministerio apenas cubren la asistencia a reuniones y congresos. Durante buena parte del recorrido de COFLA, diversos profesionales han rechazado la posibilidad de participar activamente en él, ya que existen otras opciones donde se obtienen resultados académicos de forma más inmediata. «Actualmente estamos en activo cuatro personas en el proyecto, de los que solo tres estamos ‘súper activos’. Con un proyecto tan grande como este, ¿dónde vas tú con solo tres personas? Necesitamos ayuda para contratar a gente que colabore con nosotros», afirma Díaz Báñez. Con un presupuesto tan escaso, la contratación de nuevo personal resulta imposible, algo que a su vez retroalimenta la dificultad de un crecimiento que reporte rédito económico al proyecto.

«Es sorprendente que cuando llegan aquí grupos de extranjeros interesándose por el cante, no pongamos a su disposición medios para que lo conozcan más a fondo», APOSTILLA DÍAZ BÁÑEZ

Precisamente para paliar esta deficiencia, el equipo de COFLA se halla inmerso junto con otras tres empresas, cuatro universidades y tres centros de documentación, de ámbito nacional e internacional, en la gestación de un proyecto europeo. Este último busca implementar herramientas computacionales para la exploración de tradiciones orales y musicales europeas entre las cuales se encuentra el flamenco. El objetivo fundamental es la consecución de la subvención Horizonte 2020, que concede la Unión Europea a los mejores tres proyectos I+D vinculados a la cultura europea y su conservación.

No obstante, para el director y coordinador de COFLA, todo esto no es más que un cúmulo de aspectos de arranque. «Para mí, la continuidad de este proyecto es mi objetivo fundamental. Sería un fracaso si el día que me marchara, esto supusiera el fin de COFLA; una gran desgracia para un proyecto actualmente único en el mundo y una oportunidad sin precedentes para la historia del flamenco».

No hay comentarios

Dejar una respuesta