Compartir
Acto en contra de la violencia de género celebrado en la Plaza Nueva

Las asociaciones se han convertido en una red de apoyo para los barrios más desfavorecidos de Sevilla. Ante el abandono general de las instituciones, son proyectos locales los que ofrecen una respuesta inmediata a familias desamparadas por la crisis. Ejemplo de ello son asociaciones de mujeres como La Unidad de Torreblanca o María Coraje en Pino Montano, donde luchan cada día por la dignidad de sus vecinos.

Todas vestidas de morado; abuelas, ancianas, madres, jóvenes. Todas ellas reunidas en Plaza Nueva, frente al Ayuntamiento, para hacerse ver, para que la sociedad vea el peso que llevan sobre sus hombros. El peso de las familias que subsisten bajo el umbral de la pobreza severa. Cifra que en España corresponde al 29%, un porcentaje cada año más elevado. Reclaman el lugar en la sociedad que la crisis les ha arrebatado. Tienden sus manos unas a otras, entre todas forman un círculo para que no falte el calor del hogar cuando los desahucios se llevan sus historias, para que no falte el alimento. Es precisamente por su labor en los comedores sociales por lo que el Consejo Social de la Universidad de Sevilla, las ha subvencionado con 1.500 euros, recurso que declaran «necesario pero insuficiente para todas esas familias sin posibilidades».

«Atendemos a demasiadas familias para los pocos recursos que tenemos»

La Unidad no solo recoge alimentos, aquí también se dan compañía unas a otras y, a pesar de las dificultades, bailan sevillanas, hacen punto, comparten su situación. Aprendiendo siempre de la de al lado. La función que desempeñan va desde el apoyo psicológico a las víctimas de violencia de género, hasta el empoderamiento femenino. Consiguen su propia financiación con actividades, entre las que destacan la venta de dulces; ya es famoso en Sevilla su mercadillo navideño. Los hombres no están excluidos de la asociación pero, como en la mayoría de las familias, las mujeres son el pilar para sustentar esta labor en el barrio. La experiencia de más de 30 años le permite a Encarnación Assa, presidenta de la Asociación de Mujeres de Torreblanca La Unidad, declarar que «desde que el Partido Popular gobierna las instituciones nos hemos sentido mendigando para conseguir cualquier subvención, en lugar de sentir que nuestra labor es honrada». Desde su asociación también afirman estar esperanzadas con el cambio de gobierno.

Una mujer porta un cartel denunciando la violencia de género

«Son familias como la tuya, como la mía… familias muy normales que han tenido la mala suerte de haber sido golpeadas por la crisis» así nos lo cuenta María del Carmen Fernández Róbalo desde la sede de María Coraje. Es un espacio pequeño, minúsculo, que comparten con otra asociación. Está dentro del centro cívico de su barrio, Pino Montano. Ellas luchan por conseguir un lugar propio para poder atender a la mayor cantidad de familias posibles. «Reclamamos lo mínimo a las Instituciones para poder hacer nuestro trabajo en la zona de Pino Montano. Necesitamos un local, al menos lo básico, para poder seguir dando apoyo a muchas más familias. Es una reivindicación histórica de las mujeres del barrio». Además del reparto de comida, otras de las principales aportaciones de la asociación son el reparto de material escolar, una labor cada año más solicitada, y el asesoramiento jurídico. Desde María Coraje se organizan seminarios en los que las mujeres se educan en el feminismo y se reafirman en su unidad.

María del Carmen Fernández Róbalo, presidenta de la Asociación de Mujeres María Coraje con sede en Pino Montano

Pino Montano, al igual que Torreblanca, han sido siempre barrios humildes. En ellos el riesgo de exclusión social es más manifiesto. Su aislamiento, acentuado por el olvido por parte del gobierno, ha desarrollado cierto sentimiento de introversión en la vida del barrio. A diferencia de otras zonas, han tenido que alcanzar su dignidad y sus derechos con la lucha de los vecinos. Su asociacionismo es una de las características más reconocidas en Sevilla. «Atendemos a demasiadas familias para los pocos recursos que tenemos. Bueno, digo demasiadas porque yo ya me he creído esa mentira», así nos lo confiesa María del Carmen. Ella, después de 15 años de lucha, es consciente de que su labor es humilde y no siempre suficiente. Pero es vital para cada una de las familias que han pasado por estas asociaciones y han conocido y recibido el apoyo de Encarnación, de María del Carmen, de Vicky, de Rocío, de Carmelita, nombres que resultan anónimos pero que en su unidad reúnen el coraje para combatir la crisis.

No hay comentarios

Dejar una respuesta