Tras unos meses atípicos, llenos de incertidumbre por la pandemia provocada por la COVID-19, poco a poco todo vuelve a recomponerse, o al menos, los ciudadanos se van adaptando a las exigencias de esta «nueva normalidad» que ha afectado a todas las facetas de la vida, también a la cultural. La exposición fotográfica Otros tiempos del fotoperiodista Pablo Juliá se encontraba en la Casa de la Provincia en Sevilla cuando el decreto del estado de alarma paró toda actividad en el mes de marzo. La exposición ya había recorrido Cádiz, Huelva, Almería y Málaga. Tras el frenazo obligatorio, la exposición volvió a abrir sus puertas el 9 de julio, esta vez en Jaén y con todas las medidas de seguridad necesarias, donde permaneció hasta el 30 de septiembre.
La exposición Otros tiempos nació empujada por el cariño de los amigos de Pablo Juliá: «Yo en principio no tenía muchas ganas, pero mis amigos me animaron. Me dijeron: ¿De la Transición no vas a contar nada o qué?». En sus fotografías está muy presente la enorme actividad política del momento retratado en la que destacan el período de Transición hacia la democracia y la lucha por la Autonomía de Andalucía. Las imágenes recogen algunos de los momentos más importantes de la historia política reciente de nuestro país, como la multitudinaria manifestación tras el Referéndum sobre la iniciativa del proceso autonómico de Andalucía. «La memoria es clave. Siempre es bueno saber de dónde venimos. Si no conoces qué pasó antes, no sabrás muy bien cómo operar con lo que viene», afirma Pablo Juliá, que defiende la importancia de la fotografía como fuente documental y de estudio.
«La memoria es clave. Si no conoces qué pasó antes, no sabrás muy bien cómo operar con lo que viene».
Pablo Juliá, fotoperiodista
Si habla de sus inicios como fotógrafo, recuerda con cariño cuando viendo las películas de Orson Welles se despertaron sus ganas de dedicarse al cine, pero aún así, terminó estudiando Historia. «Al final todo lo que te cambia de escenario lo terminas agradeciendo, gracias a eso hay tantas perspectivas en mi obra». Pese a que su objetivo principal era estudiar Historia del Arte, hubo un contratiempo: le echaron de la Universidad. Según explica Pablo Juliá, el motivo fue un expediente de disciplina académica, «lo que en otras palabras significaba que me echaban por ser rojo». Le mandaron a Barcelona, donde terminó estudiando Historia Moderna y Contemporánea.
A pesar de ser historiador, nunca ha ejercido dicha profesión, pero sí reconoce que esos estudios le ayudaron en su carrera como fotoperiodista. Conocer los contextos y la historia es algo muy importante para este gaditano que fotografió momentos tan relevantes como las manifestaciones de los astilleros de Cádiz de los años 80. Sin embargo, Pablo Juliá asegura que no todas las imágenes captadas son importantes en sí mismas: «Un fotógrafo sólo tiene 7 fotos importantes en su vida, pero la historia es la que le da importancia a las demás. Hay ocasiones en que la fotografía no es importante en sí, pero el contexto y el momento marcan su relevancia». Manuel Fraga, a quien retrató en una de sus fotografías más icónicas sosteniendo folletos que rezaban «Vota PSOE», le describía como «un gran fotógrafo, pero un gran hijo de puta», afirmación con la que Pablo Juliá dice estar de acuerdo: «El fotoperiodista tiene que encontrar la intencionalidad, y eso significa tener mala leche en algunas ocasiones. El requisito más importante de un fotógrafo es saber traducir lo que está viendo, pero la honestidad tiene que ir por encima de todo».
Durante los años que trabajó para El País, Pablo Juliá se convirtió en los ojos de Andalucía. Defiende que el contexto es lo más importante, y que la grandeza de las fotografías es subjetiva, «hoy puedo defenderte una foto y mañana otra». A pesar de esta subjetividad, sí afirma que la fotografía es el lenguaje más universal. «Una foto mía la pueden ver en Lepe y entenderla, pero también la van a ver en Corea y, con su contexto, la van a interpretar. Todo el mundo va a entender la imagen a su manera».
Apreciando algunas de sus fotografías, como las que hacen referencia a los numerosos retratos espontáneos de políticos, el público puede deducir la relación íntima que mantenía Pablo Juliá con muchos de los políticos más influyentes de la época de la transición, como Felipe González y Manuel Chaves. «Antes, Felipe González daba una rueda de prensa y justo después nos íbamos a almorzar juntos. Ahora, un concejal anuncia el cambio de nombre de una calle rodeado de 20 fotógrafos». Pablo Juliá reconoce que durante esos «otros tiempos» las relaciones entre periodistas y figuras políticas eran mucho más sencillas, mucho más cercanas. Para él, en la política de antaño el consenso era más común, algo que en la actualidad parece haberse complicado. «Los periodistas actuales deben buscar una nueva fórmula, deben encontrarla como yo luché con lo mío, pero la verdad es que las diferencias son enormes. Antes estábamos 4 y ahora hay 24.000».
El político Manuel Fraga le describió como un gran fotógrafo, pero también como un «gran hijo de puta», afirmación con la que Pablo Juliá coincide.
Pese a reconocer que la profesión sufre una crisis debido a la falta de credibilidad o la precariedad laboral entre otros inconvenientes, afirma que «sí es verdad que tenéis muchas dificultades –dirigiéndose a nosotros, jóvenes estudiantes de periodismo– pero es vuestro mundo y tenéis que resolverlo vosotros…». Como consejo a todo aquel que busque vivir del periodismo comenta que «si hay que irse fuera, habrá que hacerlo. El corresponsal de turno tiene que descansar un día, ese es el momento, pero hay que creer en uno mismo». Irónicamente, para Pablo Juliá disparar con su cámara es lo que menos relevancia tiene: «Un periodista debe tener empatía, intervenir y casi olvidarse de la cámara. Es necesario hacer ver a los fotografiados la importancia de lo que están comunicando».
El protagonista
Pablo Juliá es licenciado en Historia Moderna y Contemporánea, aunque su carrera profesional se ha desarrollado en el ámbito del fotoperiodismo. Publicó sus primeros trabajos en La Ilustración Regional y Torneo, dirigió la edición gráfica de El Socialista y, a partir de 1975, trabajó en medios como Posible, Cambio 16 o El Periódico. Destaca su paso por El País, donde fue redactor gráfico desde 1983 hasta 2006. Durante dos décadas ejerció la docencia en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla. Más recientemente, ocupó el cargo de director del Centro Andaluz de la Fotografía, de 2007 a 2016. Ha recibido galardones como el Premio Andalucía de Periodismo o el Fotopress de Cultura. Actualmente está recorriendo Andalucía con su exposición Otros tiempos, en la que pone el foco en la vida política, social y cultural de la Transición y la Autonomía andaluza.