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En una concurrida plaza del barrio sevillano del Polígono Norte se encuentra la sede de la Asociación Manos Abiertas con Norte. Ofrecen actividades enfocadas a la mejora del desarrollo escolar de los menores del barrio. Este año ha participado más de un centenar de menores en todas ellas. María Arce es la coordinadora de esta asociación y recuerda cómo han vivido este último curso, especialmente complicado por las restricciones sanitarias provocadas por la Covid-19. Este proyecto social y educativo nació en 1995 de la mano de varios alumnos del colegio Maristas, quienes contaron con el apoyo decidido de la parroquia del barrio. Este grupo de jóvenes voluntarios detectó necesidades socioeducativas en la zona y comenzó a impartir clases de apoyo de matemáticas y lengua española a los niños y niñas de los centros educativos de la zona. Como no contaban con un lugar propio, comenzaron en locales situados en bloques de la barriada. Sin apenas ayuda de las instituciones, estos voluntarios se coordinaron para poner en marcha estas actividades que proporcionaban apoyo educativo a los niños.

En 2015, cambió su denominación a Asociación Manos Abiertas con Norte y profesionalizó su intervención en la zona con la contratación de un trabajador. En la actualidad, el equipo técnico está formado por cuatro profesionales; además, cuentan con alrededor de 40 voluntarios y 70 socios. La Junta Directiva está formada por 7 personas asociadas y mantiene un trabajo en red y coordinado con más de 30 entidades públicas y privadas, entre las que se encuentran la Obra Social La Caixa, la Plataforma del Voluntariado Social, el Consejo Social de la Universidad de Sevilla y la Fundación Universidad Pablo de Olavide.

Gracias a todas estas contribuciones y a su propia autofinanciación, consiguen el material necesario para llevar a cabo diversas tareas educativas que buscan el refuerzo en destrezas básicas como la expresión oral, la comprensión lectora y las matemáticas. Además, ofrecen técnicas y apoyo al estudio de todo su alumnado, así como trabajo específico con las dificultades de las diferentes asignaturas. «El mobiliario es donado por la Red de Obras Socioeducativas de La Salle, el material digital nos lo proporciona la Obra Social La Caixa y el material de las actividades socioeducativas lo obtenemos gracias a las ayudas que recibimos desde 2018 del programa Compromiso Social del Consejo Social de la Universidad de Sevilla», explica María Arce, coordinadora de la Asociación. Las donaciones también son importantes a la hora de conseguir libros para su pequeña biblioteca. «En ocasiones, cuando recibimos más libros de los que podemos almacenar, se los damos a los niños», afirma.

Las consecuencias de la pandemia

Durante todos estos años, uno de sus objetivos principales ha sido dar respuesta a necesidades detectadas no solo a nivel familiar sino a nivel de comunidad. El Polígono Norte es uno de los barrios más pobres de España. Esto supone que gran parte de sus vecinos viva con los beneficios mínimos que les reportan trabajos temporales y precarios. En este último año, a causa de la pandemia, la mayoría se ha visto sin ingresos de ningún tipo, lo que, sumado a los escasos conocimientos tecnológicos, ha supuesto una barrera tanto a los adultos como a los jóvenes. Ante este reto, la asociación se ha convertido en el vínculo fundamental entre las familias y los centros educativos y sólo así se ha podido mejorar el control sobre sus estudios.

Arce fue testigo de numerosas situaciones que mermaban la posibilidad de acceder a los excepcionales recursos educativos establecidos. Algunas familias no disponían de dispositivos móviles suficientes para seguir las clases online de sus hijos y, en otros casos más dramáticos, existían familias que ni siquiera contaban con conexión Wifi, por lo que tampoco podían comenzar los trámites para solicitar ayudas públicas que subsanaran estos graves problemas. «Fueron momentos muy difíciles, sobre todo en este barrio, donde la mayoría de las familias viven al día». Relata, muy emocionada, el día que se desplazó hasta la casa de uno de sus alumnos a dejarle sus deberes y le dijo: «María, tengo hambre». Aún se le ponen los pelos de punta al recordarlo, reconoce con tristeza.

Algunas familias no disponían de dispositivos móviles suficientes para seguir las clases online de sus hijos; en otros casos ni siquiera contaban con conexión WiFi

El confinamiento no solo hizo mella en el aspecto económico sino también en el ámbito educativo. Debido a la falta de conexión a Internet las asociaciones del barrio tuvieron que aumentar su esfuerzo para ofrecer su apoyo. La coordinadora de Manos Abiertas señala que tuvieron que unirse con otra asociación del barrio para que los menores aprovecharan al máximo las horas de clase. Arce asume que todo lo conseguido durante los años anteriores ha caído en saco roto a causa de los nulos recursos públicos ofrecidos para evitar el retraso escolar en estos menores. «El Covid nos ha obligado a dar un paso atrás», admite resignada.

Diversas actividades para los jóvenes

Para que los alumnos se mantengan motivados durante el curso escolar eligen temas sobre los que organizar diversas actividades lúdicas. Este año han elegido a los piratas y María Arce adelanta que durante el verano jugarán con los personajes animados de Toy Story. Este constante trabajo con los niños tiene como objetivo fomentar la lectura, los idiomas, así como los valores con perspectiva de género y diversidad sexual. La actividad más demandada por los centros educativos es el Aula de Convivencia, un espacio de atención educativa y de aprendizaje emocional para el alumnado con comportamientos que perjudican la convivencia, con conducta desajustada y en riesgo de absentismo. Constituye uno de los principales éxitos de la asociación, puesto que contribuye a la creación de un vínculo más cercano entre alumno, familia y responsables de los colegios e institutos de la zona. Esta sinergia beneficia al barrio en su conjunto, puesto que se genera redes de apoyo y convivencia, facilitando la atención a los menores y a su entorno.

A pesar de no haberse llevado a cabo este año, otra de sus actividades más apreciadas son la escuela de verano y, sobre todo, el campamento de verano. Ofrecen a los chavales una alternativa de convivencia y relaciones, en un marco diferente al habitual. Además, con estas actividades refuerzan los valores y actitudes trabajados durante el año. Esta labor fundamental en el Polígono Norte permite que la tasa de jóvenes que se quedan embarazadas descienda, permitiéndoles continuar con sus estudios. Muchas de ellas han pasado por las aulas de Manos Abiertas y, gracias a ello, ahora están cursando estudios superiores que les permiten desarrollarse personalmente. Este esfuerzo de la asociación tiene como pilares fundamentales, por un lado, las donaciones de ciudadanos comprometidos con los valores educativos y, por otro, el empeño y la vocación de los jóvenes voluntarios que se interesan y buscan mejorar las condiciones de estos niños. En su página web pueden consultarse las distintas formas de contribuir con este proyecto. Además, también se puede consultar el catálogo de actividades que realizan con los más pequeños, con las que consiguen poner un granito de arena en su formación integral y contribuir así a mejorar sus expectativas de futuro.

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