Alejado del núcleo urbano sevillano, junto al aeropuerto de San Pablo, se encuentra el polígono Aerópolis, un extenso enclave que aúna un amplio número de empresas relacionadas con el sector de la aviación. Muchas cuentan con una larga trayectoria y experiencia en este campo, mientras que otras comienzan a dar sus primeros pasos impulsadas por una idea o innovadora y el deseo de ponerla en marcha.
Un buen ejemplo de ello es Aircraft Composites Engineering and Sport (ACES), una startup que nace en el seno de la Universidad de Sevilla de la mano de Pedro Cañizares, de 24 años y egresado de la Universidad de Sevilla, y Miguel Ángel Muñoz de 26, con un objetivo claro: hacerse un hueco en el mercado y consolidarse como empresa. De momento, han obtenido el apoyo del Vivero Aeronáutico de la Cámara de Comercio de Sevilla, un espacio donde tendrán cabida multitud de proyectos tipo startup desarrollados por egresados y alumnos de la Hispalense relacionados con el mundo de la aviación. La instalación cuenta con diversas estancias destinadas a los trabajadores de la potencial empresa, despachos, salas de reuniones, y todos los elementos necesarios para el progreso de la actividad en cuestión. Además, el complejo cuenta con una nave de tamaño industrial donde se alojará el aparataje y la maquinaria esencial para el testeo y la puesta en práctica del ensayo-error.
En 2016, el equipo salió premiado del Concurso de Ideas de Negocio de la Hispalense y obtuvo una beca para viajar a Berkeley
Pero este no ha sido el único triunfo de ACES. En 2016, el equipo salió premiado del Concurso de Ideas de Negocio de la Hispalense, y obtuvo una beca para viajar a Berkeley (California) y tomar parte del afamado Berkeley Method Bootcamp, un taller que ofrece una experiencia única en una de las más relevantes instituciones de Silicon Valley. El programa, impulsado por la Universidad de la costa suroeste estadounidense, persigue crear un ambiente de colaboración y entendimiento entre los asistentes al acto, logrando que a partir de las charlas de expertos en la materia queden definidas las claves para triunfar en el mercado empresarial. «En vez de financiarte te siguen formando. El premio fue el viaje a California, donde me empapé de la cultura del emprendimiento», afirma Pedro Cañizares. Unos meses antes, ACES también había resultado ganadora del un concurso de ideas promovido por la Facultad de Empresariales y la Fundación Cajasol.
ACES viene para quedarse. Lo realmente innovador de la idea matriz radica en una palabra muy habitual en el terreno de la empresa emergente: la sostenibilidad. La fibra de carbono ha sido el elemento que los llevó a trabajar juntos y se ha convertido en la base de su proyecto. Pedro Cañizares y Miguel Ángel Muñoz, ambos naturales de Sevilla, forman una interesante pareja. Se conocieron en la ETSI (Escuela Técnica Superior de Ingeniería) cuando el primero era aún un alumno del Grado de Ingeniería Industrial a punto de concluir sus estudios y el segundo un empleado en los laboratorios de la facultad con amplio conocimiento de mecánica. «Un día, Pedro llegó con la ocurrencia de fabricar una bicicleta con fibra de carbono. Fuimos probando y nos gustó. Estoy muy contento de estar aquí y soy consciente de que sin el laboratorio de la ETSI no habría surgido nada», señala Miguel.
ACES pretende trabajar en la reutilización de los residuos de este resistente material empleado en la construcción de aviones con la intención de fabricar con ellos bicicletas. Esto se debe a que el compuesto presenta una pronta fecha de caducidad, y dadas las extremas medidas de seguridad en la manufactura de aviones, la normativa impide que siga siendo utilizado una vez ha expirado el plazo. La consecuencia de esta exigencia se materializa en la ingente cantidad de bovinas de fibra de carbono que son desechados por la industria aeronáutica, lo que no significa que dicho material no pueda volver a utilizarse. Aquí radica la innovación de la idea: en su carácter renovable y sostenible.
Miguel Ángel Muñoz sostiene que uno de los principales valores añadidos del producto es que «se trata de una bicicleta que pesa siete veces menos que una normal, y, si la cuidas, te puede durar toda la vida». Hasta el momento, han conseguido desarrollar diversos prototipos menos complejos que una bicicleta como son una tabla de skateboard, un longboard, un penny e, incluso, una tabla de skimboard. La relación con el mundo del ciclismo y del skateboard no es casual, ya que, si Pedro es un apasionado de la bicicleta, Muñoz es un loco de las tablas. «Para montar una empresa, la idea que la desarrolla te debe apasionar. Es mucho el esfuerzo y el tiempo dedicado al proyecto, a veces hasta sin remunerar, y solamente lo sacas porque realmente disfrutas», convienen ambos.
Según uno de sus responsables, «se trata de una bicicleta que pesa siete veces menos que una normal y, si la cuidas, te puede durar toda la vida»
No obstante, aún les queda mucho camino por recorrer. A pesar de los progresos realizados en los últimos meses, en estos momentos el desarrollo de los trabajos no avanza lo rápido que les gustaría. Ambos están de acuerdo en que el motor que les mueve es la pasión y la creatividad, atributos que derrochan, pero también son conscientes de que la financiación es esencial para alcanzar el éxito. Por ahora, carecen de los medios necesarios, pero siguen experimentando desde los laboratorios de la Escuela de Ingenieros, con la idea de poder ser autosuficientes en un futuro cercano.
Debido a su carácter de empresa emergente, los dos integrantes saben que no va a ser precisamente fácil prosperar. «Las startup son proyectos que no suelen salir adelante», aclara Pedro. Ese es precisamente el mayor reto al que se enfrentan. De momento, ya han conseguido lo más difícil: poner en marcha algo que antes solo estaba en sus mentes. Ahora falta lograr que sus ideas se materialicen en un producto consumible y que ACES se convierta en una empresa consolidada. El tiempo será el encargado de juzgar el éxito del proyecto.